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3 necesidades de la misión mundial en la era posterior a COVID-19

Michael Oh 05 Jun 2020

Estos días de pandemia no son días perdidos. Aun con los cierres y desaceleraciones mundiales, la oportunidad para el evangelio se ha acelerado. Michael Oh, Director Ejecutivo Mundial / CEO del Movimiento de Lausana, mira hacia una era de misión posterior a COVID-19, una en la que líderes creativos y osados vislumbren nuevas estrategias de misión y construyan en colaboración la comunidad que queremos para el futuro. Lea, mire (en inglés) o escuche (en inglés) abajo.

 

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Transcripción editada

La pregunta que la gente hace con mayor frecuencia al Movimiento de Lausana y a nuestros líderes es: “¿Qué necesito saber acerca de lo que está pasando en el mundo, y cómo afecta eso a la misión mundial?”

De modo que quería compartir tres breves puntos que son a la vez específicos del contexto de COVID-19 e independientes.

El Movimiento de Lausana, fundado por Billy Graham en 1974, tiene como misión vincular influenciadores e ideas para la misión mundial. Y nuestro punto de partida, al vincular a algunos asombrosos influenciadores de todas las naciones de la tierra que están haciendo un ministerio asombroso, es este:

«No puedo cumplir la Gran Comisión solo o sola».

«Mi organización no puede cumplir la Gran Comisión, el mandato de Cristo de hacer discípulos de todas las naciones, sola”.

«Mi iglesia, mi empresa, mi escuela, mi ministerio, mi familia, etc. no pueden cumplir la Gran Comisión solos”.

1. La necesidad de colaboración

Se harán discípulos de todas las naciones cuando los discípulos de todas las naciones colaboren. Ahora bien, es obvio que nadie cree realmente que pueda cumplir la Gran Comisión solo o sola (¡esperemos que no!), pero a menudo actuamos como si pudiéramos; o transmitimos la impresión de que podemos hacerlo en nuestros folletos, vídeos, solicitudes de donaciones y actividades ministeriales, que en el mejor de los casos se encuentran aisladas y en el peor, son competitivas.

En medio de todos los dolores de cabeza y sinsabores de la pandemia de COVID-19, una bendición es que la realidad de nuestra necesidad mutua se está haciendo más real para nosotros. El hecho de que no podamos cumplir la Gran Comisión por nosotros mismos se percibe más intensamente ahora que nunca, cuando estamos encerrados, cuando no podemos salir de nuestro hogar, cuando las iglesias no pueden reunirse, cuando no se pueden realizar eventos de extensión, cuando no se pueden enviar misioneros, ¡cuando no podemos ni siquiera tomar una taza de café con alguien para compartir la esperanza de Jesús!

Así que tenemos una increíble oportunidad de aprendizaje y una oportunidad de reinicio. Nos necesitamos desesperadamente para que la esperanza de las naciones vaya a las naciones. ¿Cómo ocurre esto en nuestra nueva realidad? ¡Eso es lo que tenemos que averiguar juntos! En nuestra época, y posiblemente no solo una época, sino en esta nueva era de misiones posterior a COVID-19 de menor movilidad y mayor conectividad digital, ¿cómo colaboramos por el bien del evangelio?

No hay ningún libro de texto aquí. Todo el mundo sabe que nadie sabe qué hacer. Necesitamos ideas, estrategias y acciones de odres nuevos. Creo que no somos conscientes de hasta qué punto nuestra planificación y nuestras organizaciones están basadas en barreras y categorías de odres viejos. Por ejemplo, la mayoría de los grupos comunitarios de la iglesia se organizan en base a la geografía. El concepto de comunidad necesita ser reimaginado, no definido por las limitaciones de la ubicación física y el espacio, sino comunidad como relaciones sin más fronteras geográficas o tiempo de viaje. Lo mismo ocurre con los trabajos de extensión comunitarios. Por ejemplo, ¿qué pasaría si una comunidad cristiana de origen sij punyabí de Edmonton, Canadá, pudiera hacer un trabajo de extensión digital del evangelio a una comunidad sij en Punyab, India?

Necesitamos una reimaginación del lugar, del espacio, de la presencia; del amor, de la extensión, de la comunidad. Esto es un odre realmente nuevo, lo que me lleva a mi segundo punto, que es la necesidad de liderazgo.

2. La necesidad de liderazgo

Necesitamos LÍDERES, no solo administradores, en la era de misión posterior a COVID-19.

Lausana ha tenido algunos líderes increíbles que han hablado proféticamente en tiempos de retos y oportunidades únicos. Ralph Winter, en 1974, quien lanzó un reto para que la iglesia mundial cambiara radicalmente nuestra estrategia de misión para involucrar a los grupos poblacionales no alcanzados con el evangelio; René Padilla y Samuel Escobar, quienes llamaron a los cristianos a abrazar toda expresión posible del amor de Dios en la misión integral; y Luis Bush, en Lausana II, quien reconoció una oportunidad única para el evangelio en un área geográfica con la mayor concentración de personas sin el evangelio, pobres y perseguidos, y la menor concentración de misioneros, llamada la ventana 10/40. Estas fueron estrategias innovadoras que impactaron durante generaciones.

La misión mundial en una era posterior a COVID-19 necesita líderes, no solo administradores. Hay muchos ministerios dirigidos por administradores que saben cómo mantener y ajustar que están desesperados por que las cosas vuelvan a la “vieja normalidad”. Necesitamos una nueva generación de líderes de misión innovadores, osados, emprendedores y creativos, que no sean tomados por sorpresa en tiempos de crisis ni desperdicien meses de oportunidades para el evangelio.

Ed Bastian, el CEO de Delta Airlines, dijo: “Vamos a dedicar el tiempo en estos próximos meses mientras construimos la compañía que queremos para el futuro, no necesariamente para reconstruir lo que teníamos”. Dediquemos tiempo en estos próximos meses como influenciadores y decisores mundiales para construir juntos una estrategia de misión y una comunidad mundiales que queremos para el futuro, y no tratar de reconstruir lo que teníamos.

Estos no son días perdidos. En general, sentimos una aceleración de la oportunidad para el evangelio y estamos ansiosos por administrarla fielmente. Necesitamos la visión, la innovación, la inspiración de nuestros líderes. Y necesitamos colaboración para que nuestra visión común se haga realidad.

¿De dónde obtenemos esta inspiración y osadía? Justo esta mañana leí en Nehemías 2 sobre el plan inspirado por Dios y la osadía empoderada por Dios que nació en el crisol de la desgarradora oración de arrepentimiento e intercesión. No hay mayor expresión de liderazgo bíblico que la oración. Y no hay mayor fuente de innovación en el liderazgo que la oración.

¡Y permítanme también rogarles a ustedes que son ministros y misioneros, el 1% de los que están en el ministerio profesional, que no ignoren los increíbles dones y la experiencia y sabiduría del 99%! ¡El 99% de los que no están en el ministerio profesional, de los cuales el 100% son llamados a ejercer su propio trabajo de ministerio dado por Dios, empoderado por el Espíritu Santo y de bendición para el mundo! (Ef 4:12).

Los cristianos en el ámbito laboral recurren a pastores y teólogos en sus áreas de pericia. ¿Por qué el 1% no recurre al 99% en las áreas de pericia de ellos? Si queremos conseguir algunas de las mejores mentes para la innovación y la osadía en nuestro tiempo de increíble necesidad, tenemos que recurrir a nuestros líderes del ámbito laboral y trabajar con ellos. Ellos están produciendo la influencia del reino en cada esfera de la sociedad: en las artes, los medios de comunicación, la ciencia, la tecnología, la arquitectura, la medicina, etc. Los necesitamos. No podemos cumplir la Gran Comisión sin ellos.

3. La necesidad de mantener una perspectiva mundial

Y para mi tercer y último punto, quiero hacer una súplica, una súplica para que usted no descuide el cuerpo mundial en esta pandemia. Esto no es solo una crisis nacional o una crisis regional. Esto es mundial. Y usted no es solo un cristiano individual en un solo lugar. Cada cristiano tiene una identidad compartida como parte del cuerpo mundial de Cristo. Y cada cristiano tiene un llamado compartido: ser parte de la misión local y mundial de Dios.

Sin duda está atento al aplanamiento de la curva en su país, jurisdicción o comunidad. Y está esperando una disminución en la tasa de infecciones y el relajamiento de las restricciones en su comunidad. Pero esta es una pandemia mundial. ¡Y usted es parte del cuerpo mundial de Cristo, llamado a la misión mundial de Dios! Y aun cuando los días más difíciles de esta pandemia donde se encuentre hayan terminado (al menos temporalmente), hay miles de otras comunidades alrededor del mundo que continuarán sufriendo.

Así que cuando miro las estadísticas de COVID-19 cada día (varias veces al día), mis ojos y mi corazón a menudo se fijan en Rusia, Brasil, India, Nigeria. Miro a África y América Latina, con cierto temor por lo que les pueda deparar el futuro, por nuestros hermanos y hermanas allí, y por los cientos de millones que no conocen a Cristo.

Como dice una versión (en inglés) de Hebreos 13:3: “No olviden a los que sufren. Recuérdenlos como si estuvieran sufriendo con ellos”. Recuérdelos en sus oraciones. Recuérdelos en sus donaciones. Recuérdelos en sus estrategias. Recuérdelos en sus planes de colaboración.

Hace poco hablé con un increíble líder del sudeste asiático que me dijo: «Esta pandemia nos ha tomado por sorpresa, y no estamos preparados». Pero nos recordamos mutuamente que, aunque muchas cosas en la tierra son sacudidas, el reino de Dios no puede ser sacudido. Aun cuando estamos inmóviles, Dios sigue en movimiento. Aun cuando estamos atascados en un lugar, Dios sigue siendo omnipresente. Aun cuando somos débiles, Dios sigue siendo omnipotente.

¿Cómo podemos ser parte del trabajo de Dios en esta era de misiones posterior a COVID-19? Esperamos averiguarlo junto con usted.