Global Analysis

Entrega de las Buenas Nuevas a los hindúes

Cómo evitar los daños, robo o pérdida del paquete

Rabbi Jayakaran Jul 2014

El hinduísmo cuenta con más de 900 millones de adeptos en todo el mundo, lo que hace que sea la tercera religion en número de seguidores tras el cristianismo y el islam. La gran mayoría, más de 827 millones, viven en la India[1]. Contiene una inmensa variedad, pero es imprescindible que quienes les llevan el evangelio (“Buenas Noticias”) se relacionen con los individuos, grupos y comunidades que la componen. Según Boyd,[2] ‘La tarea de presentar el evangelio en la India tiene por tanto una importancia bastante excepcional’.

Entrega del evangelio

Cuando se le presentan las Buenas Nuevas cada persona puede escoger aceptarlas o rechazarlas, pero en todo caso es nuestra responsabilidad como portadores del evangelio presentarlo a nuestros amigos hindúes de manera tal que no quede perdido, robado o dañado antes de que tengan la oportunidad de sinceramente inspeccionarlo y decidir.

Según la tradición el primer encuentro del evangelio con el mundo hindú tuvo lugar cuando el apóstol Tomás lo trajo a las costas del sur de la India. Desde entonces las Buenas Nuevas han traído esperanza y consuelo a muchos hindúes, pero no han llegado realmente a alcanzar a la mayoría de ellos. ¿Cómo nos va en la entrega de las Buenas Nuevas a esta generación?

Entregas históricas

La misión protestante en la India se puede resumir en términos generales en tres olas[3]:

  • La era foránea intercultural durante el periodo colonial (1706-1946), con el establecimiento de muchos recintos misioneros, instituciones educacionales y sanitarias e iglesias que trajeron la educación occidental, la emancipación de mujeres y niños y la dignificación de los marginados por el sistema de castas. Tras la independencia muchas de estas entidades fueron entregadas a líderes indios y la presencia extranjera se vio drásticamernte reducida.
  • Los movimientos indios de misión intercultural (1947-1990) comenzaron a partir del final de los 60 en el sur del país y otros lugares con el específico propósito de llevar el evangelio a los que aún no lo había oído en el norte y centro de la India. Estos misioneros llevaron el evangelio a los adivasis y dalits y otras comunidades marginadas que lo abrazaron como una fuente de habilitación y libertad. Conforme estos movimientos fueron estableciendo pequeñas comunidades de culto, un nuevo cambio tuvo lugar.
  • Los movimientos locales indígenas, con su propio personal, se han ido desarrollando desde los años 90. Esta tercera ola es debida a factores como la globalización, el avance del nacionalismo hindú y el crecimiento de iglesias locales en todo el país.

Paquetes robados, perdidos o dañados

El evangelio ha contribuído al bienestar y el desarrollo integral de comunidades marginadas, ha extendido la educación y la sanidad y ha producido el aumento de comunidades cristianas entre los hindúes. En muchos lugares, por otra parte, los que llevaron el evangelio fallaron en encarnarlo de manera tal que la comunidad tuviera la oportunidad de investigar las Buenas Nuevas auténticamente y de forma que pudieran arraigar y dar fruto en el contexto cultural concreto.

En la actualidad, cuando ofrecemos las Buenas Nuevas a comunidades pertenecientes al mundo hindú, somos incapaces de separarlas de su ropaje cultural occidental. De aquí que lo que ofrecemos sea rechazado, porque las Buenas Nuevas quedan perdidas o dañadas bajo el ropaje de una cultura ajena, o robadas porque lo único que realmente entregamos es sólo la envoltura.

Por desgracia nos encontramos más cómodos con los símbolos y rituales occidentales. Nos aferramos a ellos como a mandamientos bíblicos y toleramos peor las expresiones culturales indias-hindúes de la fe. Por ejemplo:

  • Nuestros ritos de boda, ropas, festividades y culto no son ni bíblicos ni indígenas, sino traspasados de otras culturas. El resultado es que impedimos que nuestros amigos hindúes lleguen siquiera a probar y tocar las Buenas Nuevas.
  • Pedir a mujeres hindúes que dejen de llevar ‘bindis’,[4] un símbolo cultural de estar casadas, o animar a los vegetarianos a comer carne cuando se incorporan a la comunidad cristiana, puede ser causa de grandes divisiones.

Familia frente a fe

Las comunidades hindúes están basadas en familias y comunidades con fuertes lazos internos. Una persona joven puede mostrar interés en el evangelio e incluso aceptarlo, pero eso no hace que deje de formar parte de su familia y comunidad. A menudo se les dice que las prácticas de su familia y comunidad son maléficas y deben abandonarlas; entonces tienen que escoger entre familia y fe. Sus vidas quedan desgarradas por cuestiones culturales y no por Cristo.

A un joven se le dijo que no debía inclinarse ante nadie, sólo ante Cristo, de manera que tuvo que dejar de inclinarse ante los ancianos de su familia y comunidad, que es lo que se espera en su cultura como señal de respeto (equivalente a estrechar la mano o hablar de usted). Le condenaron al ostracismo por su falta de respeto y su rebellion a la autoridad, resultantes de su encuentro con Cristo; pero la gran tragedia es que ahora su comunidad considera malas las Buenas Nuevas y las rechaza como algo que hace rebeldes a los jóvenes que se hacen cristianos, ¡cuando en realidad es un práctica cultural que expresa el principio bíblico de honrar al padre y a la madre!

El temor a acabar desarraigado de la familia es uno de los obstáculos para que la gente de trasfondo hindú sigan a Jesús. El énfasis en la conversion cultural, más que en una verdadera transformación espiritual interior, ha dañado el evangelio. No se trata de negar la verdadera lucha de cristianos que se ven obligados a escoger entre familia y fe y son victimas de persecución por causa de su fe; pero nuestro miedo al sincretismo y a rebajar las exigencias bíblicas puede llevarnos a la cobardía. Así que en vez de ofrecer el evangelio con valentía y permitir que haga su trabajo de transformación cultural, lo que hemos ofrecido es iglesias “precocinadas” que nos permiten seguir dentro de nuestras cómodas barreras.

Vivirlo

Si bien es cierto que la enseñanza es importante, aún más importante es que apliquemos y vivamos esas maravillosas doctrinas y las Escrituras a diario. Cuando nuestras vidas distan de nuestra predicación, distanciamos a nuestra audiencia.

A veces los cristianos nos hemos encerrado en guetos en directa contravención del mandamiento de Jesús de ser sal y luz en el mundo. Nos hemos convertido en otra casta, sea por automarginación por nuestras actitudes santurronas o marginados por castas hindúes que a veces tratan a los cristianos como parias.

Hemos transportado el evangelio con todas sus envolturas culturales esperando que una antigua civilización con una profunda conciencia de Dios y raíces filosóficas y culturales se deshiciese de su identidad, cultura y valores y aceptase nuestro paquete. Tenemos que hacernos vulnerables atreviéndonos a abrir ese paquete y ofrecerlo a las comunidades para que lo inspeccionen, alteren, acepten o rechacen. Al ofrecérselo en oración y sin imposiciones podemos estar seguros de que el evangelio también los inspeccionará y transformará a ellos, su cultura y sus comunidades de una manera única que quizás no nos esperábamos.

Entrega segura del paquete

En el funeral de una anciana cristiana me encontré con una de las muchas amigas hindúes que ella había hecho. Había tenido tal impacto en las vidas de muchas de ellas que varias se habían comprometido a seguir a Jesús y otras, como la que conocí, estaban en camino. Podemos aprender mucho de esta señora cristiana para revisar nuestra misiología y teología.

A la vez que aprendemos críticamente del pasado necesitamos hacernos responsables de nuestras acciones y buscar al Señor. Tenemos que desaprender nuestros prejuicios y reaprender lo que el Espíritu Santo nos está enseñando. Confesemos nuestro fallo en el seguimiento de Jesús. Si nosotros los cristianos de la India vivimos nuestras vidas sin pretensiones y con amor sincero, nuestra comunidad verá, conocerá y querrá saber más de Jesús. Las relaciones profundas caracterizadas por una aceptación incondicional, un verdadero interés y actitudes sin prejuicios atraerán a la gente a considerar más de cerca las Buenas Nuevas.

Diálogo de amor con los hindúes

La encarnación de las Buenas Nuevas en las culturas es un tema muy controvertido. El temor al sincretismo y la necesidad de contextualización han sido siempre desafíos para la misión cristiana. El camino a seguir es el del diálogo en el que estemos de antemano dispuestos a escuchar, aprender, ser humildes y estar disponibles y a partir de ahí abrir nuestras vidas y palabras para que las puedan contemplar nuestros amigos hindúes:

  • El diálogo[5] no socava la proclamacíon o la necesidad de la invitación a ser transformados en Cristo.
  • Es el modo en el que tiene lugar el proceso por el que se llaga a formar una iglesia local[6], no una actividad separada.
  • No es un sustituto de la proclamación o evengelización, sino la forma más efectiva de proclamación[7].

Nuestra involucración en diálogo y mission es una aventura en la que esperamos encontrarnos con sorpresas, guiados por el Espíritu a un entendimiento más pleno. El diálogo implicar escoger ser humildes: una humildad atrevida o un atrevimiento humilde[8]. Hay un gran potencial en esta manera de diálogo[9] conforme la gente va aceptando a Cristo y siguen afirmando su herencia cultural.

Esto no pone en compromiso la naturaleza única del señorío de Cristo. Si vamos con una atrevida humildad podemos confiar en la obra del Espíritu que en este proceso de diálogo producirá transformación, que es la obra de Dios. Como dice Pablo en 1 Cor 3:5-7 el Señor ha asignado a cada uno su tarea, pero sólo Dios da el crecimiento.

No es un truco para atrapar gente en la red de los cristianos[10] sinó que es una apertura a escuchar de una manera no intimidatoria, haciendo possible que los demás vean quién es nuestro Dios y lo que ha hecho y sigue haciendo, sin actitudes condenatorias, insensibles o de superioridad.

Implicaciones y respuesta

La fe cristiana sólo existe culturalmente traducida. La iglesia primitiva nació en un ambiente intercultural y enfatizando la iglesia local más bien que la universal. Todo esto cambió con Constantino y la misión vino a ser un movimiento de una cultura “superior” a una cultura “inferior”. A partir de entonces la misión cristiana dio por supuesta la desintegración de las culturas que iba penetrando[11].

Para entender las Buenas Nuevas la gente ha de oírlas en su propio idioma (Acts 2:8) y el mensaje divino les llega por cauces humanos (2 Cor 4:7).[12] No es suficiente indigenizar las vestiduras clericales, la arquitectura eclesiástica o la música, sinó que es necesario que el evangelio abrace y transforme el meollo mismo de la cultura[13].

Un ejemplo es el de Thomas Thangaraj de la India que usa el concepto hindú del guru como un modelo cristológico[14]. Estos modelos de inculturación pueden ser útiles, aunque no para todos los hindúes ni en todas las situaciones.

Lo estupendo del evangelio es que entra de maneras nuevas en cada situación cuando permitimos que el Espíritu Santo nos guíe. El Espíritu Santo es el agente primordial de la proclamación de las Buenas Nuevas en Asia. Este énfasis en el Espíritu Santo nos libera para proseguir la inculturación y la presencia del Espíritu asegura que el diálogo proceda en la verdad, la honestidad, la humildad y el respeto[15]. El desafío para nosotros es ser sensibles al Espíritu y estar conscientes de que “el evangelio dignifica cada cultura como un vehículo válido para la revelación de Dios y ninguna cultura es más sagrada o exclusiva para ser usada por Dios”[16].

La asombrosa característica del mundo hindú es que la mayor parte de la gente tiene una profunda creencia en Dios y tratan de conectarse con él, conocerle, agradarle y recibir su ayuda. Dios está entregado a llegar a los hindúes a pesar de nuestras equivocaciones como seguidores suyos en nuestros esfuerzos misioneros. Como un experto tejedor Dios es capaz de tejer preciosos diseños si estamos dispuestos a devolverle el control, hacernos vulnerables, salir de nuestras cómodas costumbres y permitirle que nos corrija, nos enseñe y nos mantenga humildes.

Notas finales

  1. http://censusindia.gov.in/Census_And_You/religion.aspx. En el censo del 2001, de una población total de 1.300 millones, algo más de 827 millones (80.5%) se declararon seguidores del hinduismo.
  2. R H S Boyd, Khristadvaita: A Theology for India (Madras: Christian Literature Society, 1977).
  3. P Vedhamanickam, ‘Living Water in Indian Cups: A Call for Cultural Relevance in Contemporary Indian Missions’, The Asbury Journal 66, no 2 (2011). Tomado de http://place.asburyseminary.edu/asburyjournal/vol66/iss2/5.
  4. Marca de color escarlata generalmente redonda y pegada en el centro de la frente que llevan las mujeres hindúes como evidencia de estar casadas o estar bajo la autoridad de su padre. En la actualidad tiene un sentido cosmético además de símbolo cultural.
  5. S B Bevans and R P Schroder, Constants in Context: A Theology of Mission for Today (New York: Orbis Books, 2004), 348.
  6. P C Phan, In Our Own Tongues: Perspectives from Asia on Mission and Inculturation (New York: Orbis Books, 2003), 17.
  7. Ibid.
  8. J D Bosch, Transforming Mission: Paradigm Shifts in Theology of Missions (New York: Orbis Books, 1991), 488-489.
  9. E N Thomas, Radical Mission in a Post-9/11 World: Creative Dissonances’, International Bulletin of Missionary Research 29, no 1 (2005): 4. Cita el ejemplo de un gran número de hindúes que son devotos seguidores de Cristo manteniéndose culturalmente hindúes.
  10. S B Bevans and S P Schroeder, ‘Missiology After Bosch: Reverencing a Classic by Moving Beyond’, International Bulletin of Missionary Research 29, no 2 (2005): 69-72.
  11. Bosch, Transforming Mission, 448.
  12. A J Kirk, What is Mission? Theological Explorations (London: Darton Longman and Todd Ltd, 1999), 75.
  13. Thomas, ‘Radical Mission’, 3.
  14. Ibid.
  15. Phan, In Our Own Tongues, 28.
  16. Samuel Escobar, The New Global Mission: The Gospel from Everyone to Everywhere (Illinois: InterVarsity Press, 2003), 10.

Bibliografía

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