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El terrorismo es un problema mundial monstruoso en nuestro tiempo, no solo por su capacidad de causar sufrimientos indecibles, sino por su ubicuidad y su imprevisible metamorfosis en torno a retos mundiales como la pobreza generalizada, los desplazamientos y las migraciones, y las disposiciones gubernamentales disfuncionales. La transmutación de grandes grupos terroristas, como Al Qaeda e ISIS, en grupos regionales, como Boko Haram en Nigeria y Al-Shabab en África Oriental, representa un desafío para los gobiernos, el comercio mundial y las comunidades locales, incluidas las iglesias, ya que los cristianos siguen siendo un objetivo fundamental de los grupos terroristas.[1]

Es importante que los cristianos se enfrenten al hecho de que el fenómeno no puede ser explicado a través de la singular lente de la persecución de los cristianos.

Sin embargo, es importante que los cristianos se enfrenten al hecho de que el fenómeno no puede ser explicado a través de la singular lente de la persecución de los cristianos. Por lo tanto, necesita ver la situación con más matices y estar mejor preparados, en particular como comunidades eclesiásticas.

Crecimiento mundial

El uso de la fuerza letal para intimidar y difundir el miedo generalizado tiene un significativo historial. Pero la aplicación concentrada del terrorismo como arma política e ideológica para expresar odio y agravios contra determinados grupos religiosos, étnicos o de otro tipo solo ha crecido realmente en las últimas décadas.


Aftermath of the 1998 U.S. embassy bombing in Kenya in 1998.

Un cambio clave en esa utilización del terrorismo fue el atentado con bombas contra las embajadas de los Estados Unidos en Nairobi y Dar es-Salam en 1998, donde murieron 250 personas y miles resultaron heridas. Los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra el World Trade Center de Nueva York hicieron que la crisis cobrara una amplia conciencia mundial, y desde entonces se han producido numerosos ataques, grandes y pequeños, en todo el mundo.

Solo en 2019 hubo ataques terroristas en Nigeria, Burkina Faso, Malí, Camerún, Somalia, Egipto, Mozambique, Argelia, Yemen, Siria, Afganistán, Iraq, Pakistán, Myanmar, Filipinas e India, entre otros lugares.

Definición y motivos

Una buena parte del discurso entre los cristianos supone que el terrorismo está motivado por el odio religioso. Es cierto, pero hay cuestiones complejas y mutantes por detrás. Los terroristas suicidas y los tiradores tienen poco o nada que ganar, porque mueren por su causa. También reivindican una lealtad religiosa a aspectos de la religión musulmana. Sin embargo, detrás de la fachada religiosa e ideológica de los atacantes visibles, hay personas con intereses materiales cuidadosamente calculados en poder político, beneficio económico y control geopolítico de regiones enteras.

Por ejemplo, un informe de inteligencia del Congreso de los Estados Unidos sobre las regiones del mundo que generan actividades terroristas muestra que los grupos terroristas reciben apoyo a través del tráfico de armas, drogas ilegales y el comercio ilícito de recursos naturales como el oro, vida silvestre, el carbón y el petróleo.[2] Estos son productos lucrativos que generan grandes cantidades de dinero para los autores intelectuales del terror. Por lo tanto, a los que están detrás de los ataques les conviene mantener la inestabilidad y la anarquía en ciertas regiones para que los ingresos puedan seguir fluyendo. Cuando un atentado terrorista se describe en términos de intolerancia hacia grupos religiosos, la desconfianza se extiende entre las comunidades que han vivido pacíficamente durante mucho tiempo. Esto juega en favor de los intereses de los perpetradores invisibles.

Dado que el terrorismo adopta muchas formas, los gobiernos y las Naciones Unidas se cuidan de no usar definiciones que puedan ser tergiversadas en un tribunal de justicia en caso de que se inicien procedimientos judiciales contra los autores del terrorismo. Las Naciones Unidas definen vagamente el terrorismo como un término que puede “entenderse en sentido amplio como un método de coacción que utiliza o amenaza con utilizar la violencia para difundir el miedo y alcanzar así objetivos políticos o ideológicos” (Declaración de Doha, 2018).

Detrás de la fachada religiosa e ideológica de los atacantes visibles, hay personas con intereses materiales cuidadosamente calculados en poder político, beneficio económico y control geopolítico de regiones enteras.

Los ataques se dirigen contra víctimas inocentes y desprevenidas, normalmente en gran número, con la intención de infligir el máximo daño y generar conmoción en el público en general. De ese modo, generan amplias reacciones impulsadas por los medios de comunicación que suscitan posturas firmes. En la mayoría de los casos, los terroristas quieren provocar esas reacciones precisamente para dividir el mundo. Más allá de la carnicería y el pánico inmediatos, los terroristas logran sus metas intimidando a sus oponentes, destruyendo objetivos simbólicos y deprimiendo la confianza empresarial, saboteando así las economías nacionales.

En el caso de los atentados perpetrados en 2019 en el Hotel Dusit de Kenia, los terroristas dijeron que se estaban vengando del gobierno de Kenia por haber invadido Somalia en la campaña de la Operación Linda Nchi (Proteger el País) destinada a eliminar las células de Al-Shabab que habían estado creciendo en Somalia y paralizando el trabajo de desarrollo en la región nororiental de Kenia.

Los países no occidentales que han sido atacados por terroristas han aparecido en avisos de seguridad para viajeros de países occidentales. Sin embargo, tras el aumento de los ataques terroristas en Occidente, estas advertencias negativas son diplomáticamente más difíciles de justificar. Los viajes y los negocios mundiales han tenido que desarrollar medidas de adaptación. Por ejemplo, los viajeros ahora deben someterse a una inspección cuidadosa en los aeropuertos.

En Nairobi, los centros comerciales parecen ahora fortalezas rodeadas de altos muros de hormigón y alambre perimetral. Casi todos los locales públicos tienen una presencia policial visiblemente armada, y las entradas a los edificios públicos están vigiladas por guardias de seguridad que registran a las personas utilizando detectores de metales.


Taken of and around the 2013 Westgate shopping mall terrorist incident in Nairobi, Kenya.

Implicaciones

Seguridad

Las iglesias ya no pueden ser ingenuas sobre la seguridad de los feligreses los domingos. En Nairobi, por ejemplo, casi todas las iglesias de la ciudad están protegidas por seguridad armada, incluidos los agentes de policía que están visiblemente en el lugar, disuadiendo a un posible atacante incluso de intentar acercarse. Los miembros del personal de la mayoría de las grandes iglesias han recibido una capacitación intensiva de preparación en seguridad.

Las iglesias ya no pueden ser ingenuas sobre la seguridad de los feligreses los domingos.

Algunas iglesias han construido barreras blandas adaptables, como grandes macetas con plantas estratégicamente colocadas para evitar que un posible atacante pueda acceder fácilmente a una entrada. Una barrera blanda por sí sola no detiene a un terrorista, pero en combinación con otras medidas de seguridad, ayuda a estar preparados. Otra medida de adaptación ha sido la instalación de guardias con detectores de metales en las entradas principales de las iglesias.

Además, los equipos de ujieres y encargados de dar la bienvenida los domingos están capacitados para estar atentos a la seguridad, vigilar a las personas que llevan bolsas grandes o paquetes sospechosos, y avisar a un oficial de seguridad si parece haber un problema. Al principio, estos procedimientos parecían excesivos, pero la gente pronto se dio cuenta de la sensación de seguridad resultante, y ahora son una característica no solo de las iglesias sino de todos los demás eventos públicos en Kenia.

¿Los cristianos son el blanco?

Es importante que los cristianos tengan siempre presente que, si bien los terroristas atacan las iglesias, la verdadera correlación entre el terrorismo y el islam no es necesariamente una cuestión de musulmanes contra cristianos. En julio de 2016, un sacerdote católico en Normandía, Francia, fue asesinado durante las oraciones por dos seguidores de ISIS. El caso fue presentado al Papa Francisco como un caso de persecución de los cristianos. Mucha gente se sorprendió cuando Francisco, quien es conocido por estar profundamente preocupado por la persecución cristiana, no llamó a esto inmediatamente “martirio”, porque percibió que la violencia sin sentido detrás del ataque tenía menos que ver con la religión y más con el envío de un mensaje a las potencias mundiales. ISIS más tarde afirmaría que los dos atacantes eran sus “soldados” que estaban tomando represalias contra la coalición liderada por Estados Unidos que lucha contra el grupo en Irak y Siria.

Los cristianos son atacados a menudo porque son un blanco fácil, mientras que el terrorismo islamista está a menudo dirigido en realidad contra otros enemigos percibidos, por lo general debido a reclamos políticos, socioeconómicos, históricos o geopolíticos. Esto no implica restar importancia o negar situaciones de persecución real contra cristianos.[3] La persecución de los cristianos por su fe es real en muchos países del mundo. Pero, en general, en el caso de los ataques terroristas, los cristianos son un objetivo sustitutivo.

Es importante que los cristianos tengan siempre presente que, si bien los terroristas atacan las iglesias, la verdadera correlación entre el terrorismo y el islam no es necesariamente una cuestión de musulmanes contra cristianos.

A menudo la intención de los terroristas es enviar un mensaje destinado a obligar a una entidad política a cambiar alguna acción o política, o a afirmar el control sobre una región. La selección de un objetivo amplifica el mensaje más amplio e influye en un público más extenso. Por lo tanto, el terrorismo casi siempre tiene una dimensión política: protesta ideológica, protesta por recursos, afirmación de control, toma de poder o expresión de reclamos de larga data.

Además de las iglesias, se seleccionan otras víctimas de los atentados terroristas debido a que comparten características de grupo o clase. La población mayor es entonces manipulada psicológicamente para presionar a sus gobiernos a cumplir con las demandas de los terroristas. El frenesí mediático que sigue a los ataques amplifica estas consecuencias.

Nada de esto disminuye en modo alguno el dolor que experimentan las comunidades cristianas y locales cuando son atacadas, pero pone las cosas en perspectiva. Cualquier ataque específico a iglesias y comunidades cristianas suele surgir de dos percepciones:

  • Los cristianos son especialmente propensos a estar reunidos como una multitud indefensa;
  • Atacar a los cristianos casi siempre provocará una protesta de los cristianos de otros lugares, promoviendo así los objetivos políticos e ideológicos de los terroristas.

Lo que esto significa para los cristianos es que, cuando se reúnen, necesitan estar conscientes de la seguridad, ser tan sabios como las serpientes, pero inofensivos como las palomas. “Estén alerta y oren”, dijo Jesús; literalmente, vigilen mientras oran también.

Una respuesta cristiana práctica

A fines de 2015, una banda de terroristas atacó un autobús que viajaba a Nairobi desde la remota ciudad de Mandera, en el norte de Kenia, donde conviven cristianos y musulmanes. Los terroristas ordenaron a los musulmanes que se separaran del grupo para poder matar a los “infieles”, los cristianos. Cansados de todos estos ataques sin sentido contra personas con las que han vivido lado a lado durante años, los musulmanes se plantaron. Las mujeres musulmanas habían ayudado rápidamente a las mujeres cristianas a cubrirse la cabeza para que no pudieran ser distinguidas. Los hombres musulmanes se mantuvieron unidos a los cristianos y dijeron a los terroristas que no se separarían de los cristianos. Tendrían que matarlos a todos juntos o dejarlos a todos en paz. Al no poder separarlos, los terroristas se fueron.


Christians and Muslims united in Cairo, Egypt
Si queremos responder apropiadamente al terrorismo, necesitamos construir puentes para redescubrir y recuperar la vida encarnada entre comunidades que son diferentes, incluidas las musulmanas.

Este es el poder de la sociabilidad y la solidaridad cultivada, reforzando relaciones que siempre han existido entre las comunidades de todo el mundo. Si queremos responder apropiadamente al terrorismo, necesitamos construir puentes para redescubrir y recuperar la vida encarnada entre comunidades que son diferentes, incluidas las musulmanas. En muchas partes del mundo, las comunidades pluralistas, es decir, las personas que son diferentes en su visión del mundo, religión e idioma, han vivido juntas durante muchas décadas, incluso siglos. El tipo de arquitectura social que separa a las comunidades que tienen diferentes afiliaciones religiosas, étnicas y de otro tipo es una característica mucho más reciente.

Hoy, algunas comunidades están volviendo a sus enclaves “tribales” o “étnicos”, desde los cuales algunas personas se están radicalizando. Como demuestran los recientes tiroteos masivos en Estados Unidos y Nueva Zelanda, los que se están radicalizando no son solo los musulmanes, sino también otros extremistas ideológicos.

No obstante, en muchas partes del mundo, diferentes comunidades continúan viviendo, estudiando y trabajando lado a lado. En un mundo donde la sospecha crece debido al terror y otras divisiones, esta es una oportunidad para que los cristianos de todas partes se preocupen por conocer a musulmanes y otros vecinos, y construyan intencionalmente puentes con ellos, en un redescubrimiento del ministerio de la encarnación. La encarnación no siempre se trata de una conversión directa. Es eso, pero también tiene que ver con discernir el testimonio de la vida, el ejemplo, la amistad y la pura sociabilidad humana, confiando en que, en su providencia, Dios permitirá que estas relaciones encarnadas se transformen en influencias redentoras, en lugar de las influencias coercitivas y terroristas forjadas en el aislamiento.

Notas

  1. Nota del editor: Ver el artículo de Gideon Para-Mallam “¿Una amenaza existencial para el cristianismo en Nigeria?” en el número de julio de 2019 del Análisis Mundial de Lausana https://lausanne.org/es/es-01/una-amenaza-existencial-para-el-cristianismo-en-nigeria
  2. Congress Report March 20, 2008: ‘Exploring the financial Nexus of Terrorism, Drug Trafficking and Organized Crime’—The Terrorism and Illicit Finance Subcommittee, House Financial Services Committee.
  3. Nota del editor: Ver el artículo de Yousaf Sadiq “¿Cómo debemos responder a la persecución de los cristianos?” en el número de enero de 2019 del Análisis Mundial de Lausana https://lausanne.org/es/es-02/como-debemos-responder-a-la-persecucion-de-los-cristianos

Photo credits

Feature image from ‘UA Flight 175 hits WTC south tower 9-11‘ by Flickr user TheMachineStops (Robert J. Fisch) (CC BY-NC-ND 2.0).

Feature image from ‘Military helicopter hovering over Westgate shopping mall‘ by Anne Knight (CC BY-SA 3.0).

Nacida y criada en Kenia, Wanjiru M. Gitau es profesora adjunta de teología práctica y cristianismo mundial en Palm Beach Atlantic University. Es autora de Megachurch Christianity Reconsidered: Millennials and Social Change in African Christianity. Wanjiru, que ha viajado mucho haciendo investigación de misiones, sirve en múltiples plataformas de misiones mundiales, como la Red de Investigación e Información Estratégica de Lausana. También forma parte del consejo asesor editorial del AML.