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Cómo glorificar a Dios con/en el arte en la iglesia local

Juan Carlos Martín 16 Jun 2017

Algunos principios para tener “ceñidos los lomos” y abiertos los ojos a la realidad del propósito de Dios para el arte en la misión de la iglesia.

Antes de comenzar estas reflexiones quiero dar las gracias a Joel Forster por su artículo “Iglesia local: 5 principios para comunicar mejor”, publicado en este medio el pasado 7 de marzo.[1] El agradecimiento es obligado en primer lugar porque sus ideas prácticas y sencillas me han reconciliado con mi autoestima, pues aborda con clara autoridad algunas de esas ocurrencias que uno siempre había intuido, insinuado, practicado y hasta, en el mejor de los casos, propuesto a los demás. Le agradezco asimismo que me marque un camino para poner sobre la mesa los que serán mis consejos prácticos, los que tienen que ver con las artes en la misión, aplicados a la iglesia local. En nuestro grupo de trabajo sobre este tema en el encuentro del Movimiento Lausana España, celebrado en Guadarrama el pasado mes de noviembre, diagnosticamos algunos de los males que aquejan al campo de las artes en nuestra sociedad. Varios de los puntos estaban impregnados de la constatación de que las humanidades en general y las artes en particular están siendo víctimas del imperativo económico. Solo lo que es rentable es significativo. Solo lo que genera algún tipo de beneficio merece una inversión de esfuerzo y recursos. Hablamos de rentabilidad en las cuentas de resultados empresariales o políticos, pero uno se teme que las iglesias juzguen la conveniencia o viabilidad de, por ejemplo, sus propias expresiones artísticas en función de si son rentables o no en otros sentidos que, por vergüenza, no mencionaré. Hay varias cosas que tu iglesia local y tú mismo, sin ir más lejos, podéis plantearos: – ¿Y si buscamos la conexión en red entre distintas iglesias, ya sea por zonas, denominaciones o cualquier otro criterio práctico, para identificar los talentos, apoyarlos y proveerles espacios y recursos que contribuyan a que no se acomplejen por su “rareza”, aúnen esfuerzo y visión, se edifiquen y bendigan a las iglesias y a la sociedad en que se expresan? Me encanta lo que está haciendo y lo que quiere contribuir a alcanzar la plataforma Suburbios (www.suburbios.es). Apenas acaba de nacer, pero creo que es necesario seguirle la pista y contribuir a su desarrollo, o imitarlo con las diferencias que tu contexto imponga. Los Grupos Bíblicos de Graduados tienen artistas increíbles en sus filas (www.porfineslunes.org). Tu iglesia local puede contactar con ellos para palpar la importancia de esta labor. ¿Quién puede negar la trascendencia de lo que hablamos después de contemplar la obra de Antonio Soto o Sara Blanco? Gracias a Dios, al menos hay una expresión artística que atrae suficiente (algunos dirán que excesiva) atención y recursos de las iglesias: la música. Contamos con iniciativas en las que rebosa el talento y la excelencia por los cuatro costados: debes conocer La Industria (https://la-industria.org, que además trabaja en audiovisuales), o el célebre Instituto Canzión (http://es.institutocanzion.com), por mencionar solo un par. Podríamos hablar también de los proyectos de JCUM, CREA y otros que con toda probabilidad se me escapan (pido disculpas), pero precisamente en la música es donde más tranquilamente puedo aconsejarte que busques en internet sabiendo que encontrarás recursos en abundancia. Llegado a este punto, me toca asomar la patita como miembro de la Alianza de Escritores y Comunicadores Evangélicos (www.adece.es), que agrupa a escritores, periodistas, gente de los medios audiovisuales, del diseño… para reclamar un poquito de atención hacia las otras artes en la iglesia. Me centro ahora más en lo mío y apelo a nuestros músicos a buscar un punto de encuentro con nuestros poetas. Anhelo poder identificarme con esas magníficas canciones que algún día vayan acompañadas con algo más que traducciones precipitadas, a menudo insulsas, con métrica de calzador. Sueño con el día en que nuestros coritos no rimen “victoria” con “gloria”, “Señor” con “Salvador”, “adoración” con “corazón”, etc. Es algo personal, pero también es algo práctico y creo que más de uno se identificará con mi perplejidad ante esta descompensación entre la gran altura de nuestra destreza musical y el notable descuido de nuestras letras. En serio, promovamos un encuentro entre músicos y escritores; pongo a vuestro servicio lo que ADECE pueda aportar (mi correo es [email protected]). Joel Forster nos habló también de la necesaria contextualización. El artículo de John Hill[2] (uno de los artífices de La Industria) que nos propusieron como lectura para acudir a nuestro grupo de discusión coincide con esa perspectiva. Con raras excepciones, es difícil verla en nuestra música de adoración. El que os habla aquí se derrite si en su tiempo devocional le llega la voz de Lole Montoya cantando: “Dime si has cortado alguna flor sin que temblaran tus manos; dime si de verdad crees en Dios como crees en el fuego cuando te quema…”. Claro, soy del sur, pero confieso que se me ha escapado también algún lagrimón al oír unos versos de Celso Emilio Ferreiro, sin que ni siquiera se cantaran, en boca de un predicador galego, amante hijo de su “contexto”. Si algún día volvemos de Australia, California o del subcontinente hermano, tal vez podamos satisfacer esta necesidad. ¿O será que aquellos son ahora nuestros contextos? – ¿Se puede hacer una pedagogía del arte en las iglesias? ¿Es necesaria acaso? “El arte es la expresión estética de un factor cultural”. Con esta definición, sumada al mencionado artículo de Joel Forster, queda claro que la iglesia está coja, manca y tuerta si menosprecia la manifestación soberana del Espíritu Santo y de la imagen de Dios en la comunidad de los redimidos por medio de sus expresiones artísticas. En nuestro grupo concluimos que había que animar a los seminarios cristianos a fomentar esta faceta de la iglesia en el currículum formativo de teólogos, pastores y siervos varios. Tal vez pasará mucho tiempo antes de que esto se aplique y se aprecie en las congregaciones locales, pero mientras tanto podemos simplemente dejar en nuestras iglesias que Dios sea Dios, no negarle la coherencia con su Palabra, su mandato cultural, su propósito y su diseño al crearnos, su plan para la creación. Vamos, digo yo. – Algo muy práctico: compra arte. Dicho de otro modo: si lo consumes, págalo. Pero consúmelo; mejor dicho, disfrútalo. Busca artistas cristianos en las plataformas de crowfunding. Si entiendes del tema, ¿por qué no creas una? Estoy seguro de que en este medio y otros se harían eco de ella. En nuestro grupo se habló mucho de las nefastas políticas fiscales en relación con el arte y la cultura en España, pero mejor callarnos la boca si con la otra mano estamos consintiendo el pirateo. – Más práctico todavía: aprovecha las instalaciones de tu congregación para dar cabida a manifestaciones artísticas y culturales de tu comunidad, incluso (o especialmente) de los vecinos que no pertenecen a la iglesia. Hace poco vi un reportaje inspirador en TVE24 y compartí con unos cuantos compañeros de ADECE la ilusión de que hubiera iglesias que se sumaran a una iniciativa como Film2 (https://film2.es/static/about_us). En seguida se nos ocurrieron películas de esta plataforma que darían pie a debates interesantísimos. Fue una idea espontánea, sin madurar, lanzada a un grupo selecto del que podía esperar clemencia, pero lo cuento como un ejemplo de que si tienes una actitud abierta encontrarás mil maneras de involucrar a tu iglesia, aunque sea como mera anfitriona, en la vida cultural y artística de tu entorno. Te diré con toda modestia que yo lo puse en práctica en el último sitio donde serví como pastor, y necesitaría mucho espacio para contarte solo algunas de las muchas formas en que fui bendecido y, por lo que sé, pude bendecir a mi comunidad. Claro está, según los criterios imperantes, no fue rentable, no recuerdo haber presentado holocaustos ante el miserable altar de las cifras, pero te aseguro que Dios fue glorificado. – En definitiva, querido hermano, si eres de los que han despertado a la realidad del propósito de Dios para el arte en la misión de la iglesia, ten los ojos abiertos, sigue en búsqueda activa y adora a Dios en todas las formas que él ha diseñado, así esta lista de consejos será solo parte de una mucho más larga que tú mismo confeccionarás en tu entorno. Cómo te envidio. Soli Deo gloria.

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